martes, 12 de enero de 2010

Aclarando

La verdad es que podría dar un gran saludo de bienvenida, podía hablar de lo que me motiva a tener este blog, de las vueltas de la vida, de un gran hito de mi vida que me haya hecho ver la luz y ponerme a escribir... pero estaría mintiendo, no estoy aquí por eso, probablemente en el futuro si escriba de estas cosas, pero ¿ahora?, no lo creo.
Creo que ahora la verdad empieza, se descrubre, comienza mi momento favorito del día, y de lo que más quiero hablar es de ayer.
Ayer me encontraba a las 9 pm en la plaza concha y toro, con pancho, y me puse a mirar catatónicamente la pileta, tiendo a tener un poco de catatonia, entre una serie de desordenes más, pero no es el tema de hoy. Hablabamos de la vida, lo divino, el alma, lo humano y los mocos cuando a eso de las 9:15 se prenden las luces de la pileta, y el agua se iluminó y en el correr de ella pude ver la vida. Pude ver los últimos 18 años en una perspectiva de kilometros, como si esa persona no fuera yo, como si estuviera en un edificio muy muy alto mirando hacia abajo a las hormigas bien trajeadas y estresadas, listas para ser quemadas con una lupa. Todo era tan lejano, todo, y por un momento me di cuenta de q esas luces tan tenues parecían cegarme, las luces del pasado nunca se extinguirán, porque no existe interruptor que pueda apagarlas, nada las va a quitar de ahí. PERO, y este si que es uno grande, más allá se veían otras luces, más brillantes pero todavía lejanas, esas eran las luces vagas del futuro que cada día es más hoy, uno en el que ya no estoy en medio delimbos pasados, sino que estoy en el punto de partida, y me di cuenta de que había una parte de mi que ya no estaba conmigo, una que ya se había ido, que antes traté de expulsar, y que ,voluntariamente, en ese momento se fue, sin siquiera despedirse, porque sabe que hay ciertas despedidas que son mejores si nunca se realizan.
Puedo equivocarme cien veces más en lo que quiera, porque tengo preguntas y sé que en la busqueda está la respuesta, y espero seguir agregando nuevas perspectivas, portales místicos y dimensiones, a todo lo que me rodea, porque nunca nada es solo lo que se ve, ni lo que se piensa. Entonces ¿vale la pena arriesgarse?
Todos los días.

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